Hace 1.8 millones de años vivió el Homo erectus, cuyas características lo hacen muy cercano al hombre moderno: cerebro más grande que el del Homo habilis, fosas nasales que apuntan hacia abajo como las nuestras, caminar bípedo y, aparentemente, uso del fuego.
Se sabe que se estableció en refugios fijos, y aunque no fue la primera especie del género Homo —ese mérito corresponde al Homo habilis—, sí es posible afirmar que con él se consolidó el caminar erguido y se dio la primera migración masiva fuera de África hacia regiones remotas. ¿Cómo era el planeta Tierra cuando estos antepasados nuestros lo poblaron?
Imaginemos un mundo marcado por extremos climáticos en el que cada día de existencia tuvo que suponer un reto para los primeros humanos.
¡Un reto, sí! Pero estudios arqueológicos provenientes de Tanzania, señalan que los humanos primitivos siguieron patrones de comportamiento para asegurar su supervivencia, como localizar fuentes de agua dulce, aprovecharlas y volver a ellas cuando estas se hubieran renovado.
Además, fabricaron herramientas de piedra que no solo les facilitaban la cacería, sino que les ayudaban al procesamiento de la carne.
¿Cómo fue que llegaron los humanos al planeta?
Los primeros organismos vivos, como bacterias y arqueas, aparecieron en la Tierra hace aproximadamente 3.5 a 3.8 mil millones de años. Las plantas y animales multicelulares evolucionaron mucho más tarde, hace unos 600 millones de años. La evolución de organismos multicelulares y la reproducción sexual dieron origen a un prolongado ciclo de aparición y extinción de especies que se extendió durante más de 500 millones de años.
La caída de un asteroide, hace por lo menos 65 millones de años —finalizando el período Cretácico—, acabó con grandes animales como los dinosaurios, pero otros pequeños de menos de 25 kilos de peso lograron aferrarse a la vida a pesar de la catástrofe.
Mamíferos como los primates del Viejo Mundo —de los cuales descendemos los humanos—, se diversificaron, y los primeros miembros del género Homo, cuya aparición data de hace aproximadamente 2.5 a 2.8 millones de años, comenzaron a dispersarse por el planeta.
¿Qué encontraron? ¿Cómo harían para sobrevivir?
La inteligencia y cambios físicos ayudaron
Científicos como el Dr. Abel Shikoni de la Universidad de Dodoma en Tanzania, aseguran que mucho antes de que el Homo sapiens hiciera presencia dominante en la Tierra, otros homínidos, como el Homo erectus, usaron sus cerebros para la adaptación a entornos inestables, agresivos y muy diversos en lugares como el Rift de África Oriental, un límite de placas divergentes en desarrollo.
Hace 2 millones de años nuestros antepasados enfrentaron una gran escasez de alimentos, pero cambios anatómicos y adaptaciones conductuales facilitaron la supervivencia. En ese sentido, la reducción del tamaño de la mandíbula y los dientes, asociada a una dieta más blanda y procesada, permitió una reconfiguración craneal que favoreció el crecimiento del cerebro.
A consecuencia de estos pertinentes cambios no solo los primeros humanos diversificaron su dieta, sino que comenzó la fabricación de herramientas, el dominio del fuego y la salida de zonas conocidas para explorar otras nuevas.
Nuestros ancestros decidieron moverse
La exploración del paisaje ayudó a los primeros humanos a hallar recursos. Las condiciones climáticas —como temperaturas elevadas y suelos secos— impulsaron el desplazamiento en busca de fuentes de agua y hábitats con mayor disponibilidad de alimentos y refugio.
El Homo erectus de caminar bípedo y dotado de piernas largas y brazos acortados, así como pulgares oponibles —muy similar al hombre moderno— migró de África y arribó a lugares como Indonesia (isla de Java), Arabia y China mostrando una gran resiliencia y capacidad para encontrar alternativas de supervivencia en la Tierra hace entre 1.8 millones de años y 117.000 años.
Como señala el principal autor de un estudio sobre el tema publicado en la revista Communications Earth & Environment, el paleoecólogo de la Universidad de Calgary en Canadá, Julio Mercader, la “flexibilidad ecológica” de nuestros antepasados fue la respuesta a los retos que el medio ambiente les presentó.
Los primeros humanos encontraron sequía y desierto
Tanto Mercader como sus coinvestigadores interdisciplinarios del Instituto de Paleontología de Cataluña y el Centro Nacional de Evolución Humana de Burgos, España, cuya investigación se centró en el yacimiento de fósiles de Engaji Nanyori de Tanzania, encontraron granos de polen y herramientas de roca cuarcita, además de huesos animales que cuentan la historia del entorno.
Esta historia precisamente habla de espacios secos y semidesérticos, muy poca vegetación y agua escasa, así como incendios frecuentes.
Nuestros antepasados aprendieron a identificar zonas anegadas por las lluvias, donde no solo encontraban agua, sino también animales que acudían a beber. Al reconocer estos patrones, podían cazar con mayor eficacia.
El Homo erectus llevaba consigo sus herramientas y esto le permitió descubrir lugares con mejores recursos.
Mejor vivir cerca de entornos fluviales
La aridez del entorno que experimentó el primer humano le obligó a buscar zonas de fácil acceso al agua y quedarse en ellas por bastante tiempo mientras el recurso duraba.
El agua les servía para lavar la carne de antílopes y bóvidos antes de cocerla, aprovechando también la piel y la médula ósea como recursos esenciales.
Según el Instituto Smithsonian, los tubérculos, junto con la miel, le proporcionaban una fuente constante de energía. También comían, y así puede verse en muestras de dientes encontradas, frutas y bayas que recogían de árboles y arbustos.
Cambios climáticos severos en China
El yacimiento arqueológico de Zhoukoudian en China evidencia que los primeros humanos, como Homo erectus, sobrevivieron en regiones afectadas por ciclos glaciales, incluyendo al menos tres eventos de enfriamiento global durante el Pleistoceno, con temperaturas significativamente más bajas que las actuales.
La naturaleza ofreció entonces hábitats menos boscosos y más abiertos, con pastos y arbustos bajos donde los cazadores se enfrentaron a grandes animales que aprendieron a cazar en equipo lo que indica su habilidad adicional del uso del lenguaje y la socialización de estrategias.
Los estudios no cesan
Por fortuna los estudios sobre la forma en que vivieron los primeros humanos; dónde eligieron hacerlo y los recursos de los que echaron mano para asegurar su supervivencia, no cesan, pero, los realizados hasta ahora dejan en claro que mucho antes de la llegada del Homo sapiens sus antecesores ya habían desarrollado habilidades y estrategias adaptativas que les permitieron sobrevivir en entornos diversos y cambiantes.
Restos de homínidos anteriores, hallados en diversas partes del mundo y elementos que formaron parte de su diario devenir, explican que tanto la fabricación de herramientas como la planificación de dinámicas de caza, el uso del fuego, construcción de refugios y utilizaban pieles de grandes mamíferos ablandadas y curadas de forma rudimentaria para cubrirse y protegerse del frío extremo y las variaciones climáticas.