En 1968, la represión y el autoritarismo por parte del gobierno mexicano dieron pie a una serie de marchas lideradas por estudiantes de universidades como la Politécnico y UNAM, quienes exigían una mayor apertura democrática, el respeto a la movilización y reclamo social, y una mayor inversión pública en la educación.
Lamentablemente, este movimiento estudiantil culminó en 1968 sobre la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, en la Ciudad de México, cuando elementos del Ejército Nacional abrieron fuego ante los manifestantes, acribillando a un incontable número de personas.
Documentos desclasificados de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense o CIA, han arrojado a la luz datos espeluznantes y controversiales acerca de esta tragedia, obtenidos por parte de un agente especial que tenía contacto con el presidente Gustavo Díaz Ordaz y varios políticos importantes de la época.
Número 1. La CIA tenía reclutados a altos mandos del gobierno mexicano
La CIA tenía a un agente trabajando en la Embajada de Estados Unidos de México para obtener información sobre cualquier acontecimiento que pudiera dañar al gobierno mexicano y los intereses de Estados Unidos.
Este hombre era Winston Scott, de 59 años, quien formó lazos de amistad y reclutó a altos mandos del gobierno mexicano, como el entonces presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz, el secretario de Gobernación, Luis Echeverría, y otros funcionarios importantes.
De ellos obtenía información para Washington sobre el movimiento estudiantil que estaba poniendo en riesgo el poder del gobierno mexicano.
De acuerdo con los documentos, Scott reclutó a 12 funcionarios entre 1956 y 1969, en lo que se conoce como la red de espías LITEMPO. Cada miembro identificado con un número. Este grupo incluyó a dos hombres que después fueron enjuiciados por crímenes de guerra.
No se sabe cuánto les pagaba a los informantes de LITEMPO, pero se tiene registro de que un alto oficial de la CIA pensaba que era excesivo y poco productivo ya que sus actividades no eran debidamente reportadas.
Número 2. LITEMPO era beneficioso para los gobiernos de Estados Unidos y México
Gracias a LITEMPO y la Dirección Federal de Seguridad mexicana, la CIA tenía un mayor control sobre los cubanos, soviéticos y estadounidenses “descontentos” que transitaban por México.
A su vez, la CIA informaba al presidente de México sobre las actividades diarias de los enemigos de su régimen y, de ser necesario, incluso lo ayudaban a neutralizarlos.
De hecho, se sabe que además de darle un salario mensual desconocido por pertenecer a LITEMPO, la CIA colaboró con la campaña de Díaz Ordaz cuando fue nombrado candidato presidencial con un subsidio de 400 dólares mensuales por un año.
Número 3. Las creencias anticomunistas de Scott y Díaz Ordaz influenciaron en el desenlace trágico de Tlatelolco
Díaz Ordaz y Winston Scott eran conocidos anticomunistas de corazón.
Existe evidencia de que estos hombres contribuyeron con sus informes a transformar el Movimiento del 68 como parte de una conspiración internacional armada por partidos comunistas de origen cubano y soviético, entre otros.
Al convertir a los manifestantes en enemigos de la patria, justificaron su represión ante los ojos de Estados Unidos y consiguieron su apoyo. Se identificaron como enemigos principales a los líderes del movimiento, el profesor Heberto Castillo y el entonces rector de la UNAM, Javier Barros Sierra.
Número 4. La CIA sabía que el movimiento del 68 no se centraba en ideales comunistas
La embajada de Estados Unidos compiló una lista de 40 manifestaciones o incidentes relacionados con la agitación estudiantil en México desde 1963.
Pese a los informes alarmistas de Scott a Washington, se encontró que 23 de los incidentes fueron causadas por carencias escolares, 8 por problemas locales, 4 manifestaciones por demandas relacionadas con el autoritarismo del gobierno mexicano y sólo 6 inspiradas por Vietnam y Cuba.
Número 5. Scott reportó que el gobierno mexicano tenía las cosas bajo control
En junio de 1968, Scott fue convocado a una reunión por el embajador norteamericano Fulton Freeman, para hablar sobre la gravedad de las movilizaciones estudiantiles que estaban ocurriendo y ver sí era necesario extender ayuda al gobierno mexicano.
Freeman estaba preocupado de que en México ocurriera lo mismo que en Francia, donde las manifestaciones estudiantiles fueron tan masivas que hicieron caer al gobierno.
Sin embargo, Scott y sus informantes concluyeron que Díaz Ordaz podía controlar la situación y, en caso de ser necesario, ser capaz de resolverlo de manera satisfactoria.
Adicionalmente, de acuerdo a un reporte de Freeman posterior a la reunión con Scott, los desórdenes estudiantiles no eran tan graves como para convertirse en una crisis nacional, a pesar de recibir una amplia difusión.
Número 6. Díaz Ordaz estaba seguro de que el Partido Comunista Mexicano y la Unión Soviética estaban detrás de las marchas
Pese a que Scott quería creer que las marchas estudiantiles estaban dirigidas por partidos comunistas, en realidad nunca encontró pruebas suficientes para demostrarlo.
De hecho, Scott tenía una red de informantes dentro de la UNAM y otras escuelas, quienes le informaban que aquellos estudiantes que defendían la acción violenta aún eran una minoría.
Sin embargo, los altos funcionarios mexicanos empezaban a perder la paciencia a medida que los desórdenes estudiantiles escalaban.
Número 7. La presión aumentaba a medida que las Olimpiadas se acercaban
La presión para Díaz Ordaz aumentaba a medida que se acercaban las Olimpiadas, pues tenían que demostrar una buena imagen internacional y la capacidad de dar seguridad a sus invitados.
En sus reportes a Washington, Scott sospechaba que el Presidente, movido por intereses comerciales y turísticos, estaba planeando una “acción rápida” para resolver las manifestaciones.
Una de estas acciones era la de usar al regente de la Ciudad de México, Alfonso Corona del Rosal, como un chivo expiatorio, dado que tenía una reputación de duro como ex general del ejército.
Pero contrario al plan de Díaz Ordaz, Corona del Rosal tenía una postura conciliadora para con los estudiantes.
Por su parte, los estudiantes seguían con sus marchas pacíficas, pidiendo al gobierno que en lugar de Olimpiadas querían una Revolución.
Número 8. Díaz Ordaz veía el uso de la fuerza como la única opción
A medida que las manifestaciones se hacían más grandes, los informes de Scott a Washington se hacían más alarmantes, informando que el Presidente mexicano aceptaba implícitamente que habrían víctimas.
Sin importar que las manifestaciones eran pacíficas, se empezó a emplear a la policía antimotines para dispersar las marchas, y el número de dirigentes que eran llevados presos aumentó.
En lugar de que el gobierno estuviera buscando una solución de compromiso con los estudiantes, la opción más confiable que vieron fue la de poner fin a todas las acciones estudiantiles antes de que empezaran los Juegos Olímpicos programados para mediados de octubre. Incluso con la ayuda del ejército mexicano sí era necesario.
Número 9. La reunión en Tlatelolco sería sólo para planear sus próximas acciones
Cansados con los arrestos y la confrontación violenta con el gobierno, los dirigentes del movimiento de estudiantes convocaron a una reunión pública en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco.
La idea era anunciar sus siguientes pasos, teniendo en cuenta que los Juegos Olímpicos se llevarían a cabo en menos de dos semanas.
Scott no creía que el gobierno causaría un incidente mayor con la cercanía de los Juegos. Sin embargo, reportó que hechos inesperados no podían descartarse, sobre todo por parte de grupos radicales y extremistas.
Número 10. Había militares armados que tenían órdenes de disparar a la multitud
La manifestación de Tlatelolco empezó a las 5 de la tarde con la participación de entre 5 y 10 mil personas.
Los jefes militares en el lugar tenían la orden de impedir que la manifestación se diera a cabo y arrestar a los dirigentes, mientras que oficiales vestidos de civil del Batallón Olimpia impedirían que nadie entrara o saliera de la plaza.
Sin embargo, nadie sabía que Luis Gutiérrez Oropeza, el entonces jefe de Estado Mayor del ejército, había dado órdenes a un grupo de hombres armados para disparar a la multitud. Todo esto orquestado por Díaz Ordaz.
Número 11. La marcha iba a ser cancelada
La noticia de que habría violencia armada llegó a los dirigentes de la marcha, por lo que decidieron detener todo para evitar confrontaciones. Sin embargo, justo cuando el orador de los estudiantes estaba por cancelar todo, unas bengalas aparecieron en el cielo. Fue con esta señal que inició la balacera.
La gente comenzó a correr, pero todas las salidas estaban cerradas por militares. No había lugar seguro en la plaza.
Número 12. Los reportes sobre lo ocurrido en Tlatelolco fueron contradictorios
Díaz Ordaz atribuyó toda la culpa de iniciar un enfrentamiento armado en Tlatelolco a los mismos estudiantes.
Versión que Winston Scott defendió ante sus superiores en Washington, llegando incluso a dar 15 versiones diferentes de lo sucedido, como que los estudiantes que estaban en la plataforma con el orador iban armados con ametralladoras.
Número 13. La CIA no sabía que se preparaba esta agresión en contra de los estudiantes
De acuerdo a los datos desclasificados, Scott había caído en una trampa de sus informantes quienes escondían información al respecto del ataque, por lo que no pudieron hacer nada para evitarlo.
Sin embargo, existe una hipótesis de que Scott sí sabía y sólo no lo comunicó a sus superiores para lograr cumplir los intereses del gobierno mexicano.
Tampoco se sabe sí la CIA tuvo algún papel importante en la masacre.
Número 14. Oficialmente sólo murieron una veintena de personas
La versión oficial dada después de la masacre fue de una veintena de personas, pero se estima que murieron entre 300 y 400 personas. Sin mencionar los centenares de heridos y miles de detenidos, muchos de los cuales fueron torturados o desaparecidos en los días posteriores a la masacre.
Número 15. Pese a sus errores, Scott fue condecorado por su servicio de inteligencia en Estados Unidos
Si bien fue destituido de su cargo bajo el motivo de haber tenido una estancia muy larga en su puesto, que fue de 13 años cuando regularmente suelen ser 4, Scott recibió la Medalla a la Inteligencia Distinguida, uno de los honores más altos de la CIA.
Conclusión
¿Qué tal te parecieron estos datos? ¿Ya conocías algunos? ¿Crees que la tragedia de Tlatelolco se hubiera evitado sí Scott hubiera dado informes más completos a sus superiores? ¿Qué opinas de LITEMPO? Comparte lo que piensas en los comentarios, estaremos encantados de leerte.