¿Me creerías si te contara que una pintura comprada por $1,200 dólares en una venta de garaje resultó ser de Leonardo da Vinci y está luego se vendió por 450 millones de dólares?
El misterio del cuadro perdido de Da Vinci
Existen menos de 20 cuadros del gran Leonardo da Vinci, el genio toscano del Renacimiento. A primera vista, puede sorprender que la cifra no se conozca con exactitud, pero, por un lado, Leonardo no firmaba sus pinturas, ya que no era la costumbre de su época y, por el otro, se sabe con certeza que su producción pictórica fue más bien escasa.
¿Es posible que un Da Vinci perdido durante siglos reaparezca en nuestros días? La historia a continuación lo confirma. Salvator Mundi desapareció, sufrió alteraciones, fue vendido varias veces por un precio irrisorio, pasó años colgado en salas de coleccionistas que ignoraban su valor hasta, finalmente, convertirse en la pintura más cara de la historia.
La forma en que este cuadro excepcional reapareció en nuestros días es un largo y tortuoso relato, repleto de casualidades y extraños giros. Un rey decapitado, un fraude millonario, príncipes árabes y, contemplándolo todo, la enigmática sonrisa de la Mona Lisa.
Los orígenes de Salvator Mundi: un encargo real
Leonardo comenzó a pintar Salvator Mundi entre 1499 y 1510, según se menciona en algunos documentos dispersos. La costumbre de representar a Jesucristo en actitud de bendecir, con una esfera en la otra mano y rodeado de un halo, era muy común por entonces.
Además, se sabe que Leonardo hizo bocetos preparatorios para Salvator Mundi, de los cuales solo uno se conserva en el castillo de Windsor y guarda muchas similitudes con el cuadro.
La mayor parte de los artistas del Renacimiento trabajaban mediante encargos, y Leonardo no fue una excepción. Aunque muchas de sus obras se debieron a su propia inspiración, se cree que Salvator Mundi fue un pedido que le hizo Luis XII de Francia y que fue terminado en 1513. Para entonces, Leonardo estaba en Milán, ciudad conquistada por este rey francés.
Allí comienza el viaje de Salvator Mundi para llegar a la corte francesa, que sería el primero de muchos. Sin embargo, la autoría de Leonardo sobre este cuadro podría ser cuestionada.
¿Pintó Da Vinci solo “medio cuadro”?
Muchos dudan de la autenticidad de Salvator Mundi y, de hecho, a lo largo de los años, fue atribuido a pintores menores.
Se sabe que Leonardo poseía un taller en Milán en el que recibía alumnos cuyos padres le pagaban una tarifa de aprendizaje. Asimismo, cuando los encargos abundaban, se veía obligado a contratar ayudantes.
Por esto, sigue siendo motivo de debate si Salvator Mundi fue pintado completamente por el maestro. O, por lo menos, hasta qué punto participaron en el cuadro sus alumnos y ayudantes.
Si bien la composición se debió completamente a Leonardo, quien dibujó bocetos previos, algunos expertos se inclinan a pensar que él solo pintó el rostro y las manos de Jesús mediante la técnica del sfumato, combinando luces y sombras con maestría, mientras que de las vestiduras y otros detalles menores se ocuparon sus alumnos.
Esto es apenas una parte del debate que rodea a la obra.
El cuadro cruza el canal
Tras su llegada a las manos del rey francés, el rastro de la pintura se pierde por primera vez. Es curioso que, al fallecer Leonardo, aparezca un cuadro registrado en los bienes de Giacomo Salai, aprendiz del maestro y quien heredara parte de sus bienes, cuyo título era “Cristo en el mundo de un Dios Padre”.
Bien pudo haber sido el mismo Salvator Mundi, que regresó al taller de Leonardo por alguna razón desconocida.
La obra reaparece de nuevo, más de cien años después, en 1625, entre las posesiones de la princesa Henrietta Marie de Francia, quien se había casado con Carlos I de Inglaterra. De esta manera, Salvator Mundi pasó a decorar los aposentos de la reina en el Palacio de Greenwich, hasta la ejecución de Carlos en 1649.
El parlamento inglés se hizo cargo de las posesiones del difunto monarca y, como estaban necesitados de fondos, pusieron muchas de ellas en venta. De esta manera, el cuadro pasó al capitán John Stone, acreedor de Carlos I, quien posteriormente lo devolvió a su sucesor, el rey Carlos II, hacia 1660, durante la Restauración.
Siglos XVII-XIX: Deterioro y olvido de una obra maestra
Transcurrieron otros cien años, durante los cuales el cuadro cambió de manos hasta llegar al hijo ilegítimo del duque de Buckingham, Charles Herbert Sheffield, quien lo subastó en 1763. Seguramente, el aristócrata desconocía quién era su autor y el cuadro ya estaba deteriorado.
El nombre del comprador no aparece en ningún registro del que se tenga noticia y el cuadro desapareció nuevamente, esta vez durante 137 años.
El coleccionista que ignoró su valor
El cuadro reapareció en 1900 cuando fue adquirido por Sir John Charles Robinson, un reconocido experto en arte y coleccionista. Se desconoce cómo o a quién se lo compró, pero se sabe que atribuyó la obra a Bernardino Luini, uno de los alumnos de Da Vinci.
Ese mismo año lo vendió a Sir Francis Cook, otro destacado coleccionista de arte, quien enseguida lo incorporó a la Cook Collection. En 1913, la colección publicó un catálogo, en el que Salvator Mundi fue atribuido a Boltraffio, otro alumno de Da Vinci.
Durante 58 años, el cuadro permaneció en la famosa colección, sin que su nuevo propietario tuviera idea de su valor.
Más barato que una cena
Sir Francis falleció poco después de adquirir Salvator Mundi, y sus herederos se hicieron cargo de la extensa colección de arte. En 1958, decidieron subastar una gran cantidad de obras, entre las cuales se encontraba el cuadro, que no se consideraba de gran valor. Se vendió por apenas 45 libras, unos 1200 dólares actuales más o menos.
El Salvator Mundi llega a América
La compradora del cuadro fue una norteamericana llamada Minnie Kuntz, propietaria de una mueblería en Louisiana, al sur de los Estados Unidos. Cuando ella falleció en 1987, el cuadro pasó a manos de su sobrino Basil Clovis Hendry, quien lo colgó en su sala de estar en Baton Rouge.
Tras el fallecimiento de este dueño, el Salvator Mundi fue subastado en 2005, pasando a ser propiedad de Alexander Parish y Robert Simon, marchantes de arte y especialistas en pinturas del Renacimiento italiano, quienes pagaron alrededor de 1200 dólares por él.
El redescubrimiento: de un cuadro sin valor a un tesoro incalculable
Los nuevos dueños del cuadro lo trasladaron a Nueva York. Para entonces, las pinceladas maestras de Leonardo estaban casi ocultas bajo siglos de suciedad y capas de pintura mal aplicadas.
No obstante, como historiador del arte, Robert Simon intuyó que tal vez el cuadro tenía potencial, así que rastreó sus orígenes hasta la Cook Collection, que lo atribuyó a Boltraffio en su catálogo. Por lo tanto, existía la posibilidad de que el cuadro estuviera vinculado a Da Vinci, pero necesitaba confirmarlo. Entonces acudió a una reconocida restauradora que vivía en Manhattan: Dianne Modestini.
La restauradora que vio a Da Vinci bajo capas de pintura
Tras limpiar el cuadro y observar el pentimento del pulgar, la restauradora se convenció de que tenía que ser obra del mismísimo Leonardo.
Un pentimento (o arrepentimiento en español) es un cambio que hace el artista mientras pinta un cuadro. Los pentimenti se empiezan a notar con el tiempo, ya que las capas de pintura se van desvaneciendo. También se pueden observar con técnicas modernas de imagen como radiografías o reflectografías en infrarrojo.
Este detalle resultó vital para catalogar el cuadro como un original, porque los pentimenti casi siempre son obra del creador, porque un copista no habría tenido necesidad de cambiar la composición, y menos en un detalle como ese. No obstante, un ayudante sí hubiera podido hacer ajustes por indicaciones del maestro.
El pentimento en Salvator Mundi que Modestini observó primero consistió en un ligero cambio en la posición del pulgar en la mano derecha de Cristo, aunque no es el único pentimento de la obra. Exámenes más detallados del cuadro pusieron de manifiesto leves modificaciones en la mano que sostiene la esfera, la posición del brazo derecho, el fondo tras la mano que bendice y los rizos del cabello de Jesús, semejantes a algunos dibujos hechos por Leonardo.
Todos estos cambios son una clara señal de que el autor fue modificando la obra a medida que la desarrollaba.
¿Un duplicado de la Mona Lisa?
Cuando Dianne Modestini removió las capas de repinte que cubrían el rostro de Jesús, se sorprendió al ver la semejanza con las facciones de la Mona Lisa. Antes de su restauración, ya el parecido era evidente, no solo con ella, sino con otras figuras pintadas por Leonardo. Pero con la limpieza se volvió mucho más evidente.
Este detalle terminó de convencer a Modestini de que estaba en presencia de la obra genuina de Leonardo, quien empezó ambos cuadros entre 1499 y 1503, por lo que es seguro que trabajó en ellos al mismo tiempo.
El porqué de la semejanza da mucho qué pensar, pero el artista seguramente tenía su propio canon de belleza, el cual escogió plasmar como figura espiritual en Salvator Mundi y, al mismo tiempo, como figura terrenal a la Mona Lisa, realizando ambos con la técnica del sfumato, en la cual era un maestro insuperable.
En última instancia, nunca sabremos las razones que lo impulsaron a representar a Jesús y a Mona Lisa con esos rostros tan parecidos y la misma sonrisa enigmática.
La polémica da comienzo
En 2011 se hizo pública la atribución de Salvator Mundi a Leonardo da Vinci. Desde luego, la polémica no se hizo esperar y el debate fue inmenso, no solo entre el círculo de expertos, sino en el público en general.
Es necesario señalar que, a falta de una firma, la atribución se basó en los análisis de su técnica, referencias históricas y estudios científicos. Varios registros históricos mencionan cuadros de Da Vinci que lamentablemente no llegaron hasta nuestros días por deterioro, pérdidas, guerras o accidentes. Tampoco es inusual que los cuadros pasen por repintes y retoques a lo largo de los años, ocultando progresivamente los trazos del autor original.
Por todo esto, no era imposible, ni mucho menos, que apareciera un cuadro de Leonardo, a pesar de los siglos transcurridos.
Cuando por fin la gente pudo admirar el cuadro perdido de Da Vinci en una multitudinaria exposición de la National Gallery de Londres, Salvator Mundi apareció al fin catalogada como una obra auténtica del maestro toscano.
Pero el viaje de la pintura no estaba ni cerca de terminar.
¿Qué hacer con un Da Vinci auténtico?
Esto debieron preguntárselo los marchantes que compraron el cuadro en Nueva Orleans por un precio irrisorio.
La respuesta no se hizo esperar. En 2013, decidieron vender el cuadro y el comprador fue el marchante de arte suizo Yves Bouvier, quien lo adquirió por poco más de 75 millones de dólares, con la intención de venderlo a su vez al magnate ruso Dmitri Rybolovlev, de quien era asesor artístico.
La venta tuvo lugar en Nueva York y el cuadro volvió a cruzar el Atlántico, esta vez para ir a Suiza, donde fue guardado en un almacén de puerto franco en Ginebra.
Rybolovlev compró el cuadro, pero a un precio muchísimo mayor. No tuvo la oportunidad de llevarlo a Rusia, porque cuando el magnate se enteró de que el marchante suizo había inflado el precio, no solo con Salvator Mundi, sino con otras obras que había comprado, se indignó y lo acusó de fraude, entablando un proceso legal contra él.
Al poco tiempo decidió vender el cuadro, no se sabe bien por qué. Quizá trató de recuperar algo del dinero que había perdido, o tal vez no estuviera convencido del todo de su autenticidad. A fin de cuentas, el debate y la polémica sobre la atribución a Leonardo seguía muy viva.
También puede que su intención desde un comienzo fuera vender nuevamente el cuadro para obtener una ganancia sustancial.
¿Lo consiguió? Absolutamente.
La subasta del siglo
Con la polémica en su punto más alto, era de esperar que el precio del cuadro se hubiera elevado estratosféricamente. Solo una persona muy acaudalada podría comprarlo y esto fue lo que sucedió.
En noviembre de 2017, Rybolovlev puso en venta Salvator Mundi a través de una subasta en Christie’s de Nueva York. Para ello, hicieron traer el cuadro desde Ginebra para exhibirlo.
El nuevo comprador fue el príncipe Badr bin Abdullah Al Saud, ministro de cultura de Arabia Saudita, quien pago una cifra récord de 450.3 millones de dólares. Se cree que este príncipe habría comprado el cuadro actuando como intermediario del príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salmán, de quien es bastante cercano, aunque el gobierno de ese país no ha hecho un comunicado oficial al respecto.
¿Por qué un príncipe musulmán compraría un cuadro de Jesús?
El príncipe heredero Mohammed bin Salmán, actual propietario de Salvator Mundi, ha sido promotor de las artes en su país, entre las muchas actividades que realiza. Puede que lo haya comprado por su valor artístico intrínseco, dado que los cuadros de Leonardo son ciertamente escasos. En otras palabras, un Da Vinci auténtico es tan valioso como una joya, por lo tanto, su posesión añadiría gran prestigio a la casa real saudí, en caso de ser ciertos los rumores.
Obviamente, podría haber más motivos ocultos para la compra, como por ejemplo el soft power, una manera de posicionar a su país como mecenas del arte ante la opinión mundial. Pero, en lo que respecta al Salvator Mundi, puede decirse que ha encontrado algo de paz.
¿Dónde está ahora? Algunas fuentes, como la BBC, aseguran que fue enviado de regreso a Ginebra, mientras que otras afirman que el príncipe lo tiene en su yate, donde solo él y sus allegados pueden verlo.
Lo cierto es que el cuadro no ha sido vuelto a ver por el público desde 2017. Se espera que sea exhibido en el futuro en un museo que se planea construir en Riad, la capital de Arabia Saudita.
Hasta ese momento, solo resta esperar.