El Leviatán bíblico es una colosal figura de caos, poder y destrucción, que en ocasiones se ha asociado al mal. Desde tiempos antiguos, la temible serpiente marina ha inspirado temor y, al mismo tiempo, fascinación. Pero, ¿de dónde proviene realmente el Leviatán? ¿Es solo una metáfora del caos o es el recuerdo de alguna criatura que tal vez aún acecha en los abismos marinos?
Tanto si es un símbolo como la descripción poética de los antiguos acerca de animales reales, no cabe duda de que esta criatura mítica sigue ejerciendo una gran influencia en el imaginario popular.
1.- Una entidad semejante a un dragón
La descripción más detallada del Leviatán aparece en el libro de Job 41, donde Dios, al hablar desde un torbellino, describe a una criatura imponente, con escamas impenetrables, aliento ardiente y una fuerza que desafía a cualquier ser humano:
“¿Podrás tú pescar al Leviatán con anzuelo, o con una cuerda atarás su lengua? ¿Pondrás un gancho en su nariz, o con un arpón traspasarás su quijada?” (Job 41:1-2)
Dios lo presenta como una criatura tan poderosa que ningún guerrero puede dominarla, y la llama “el rey sobre todas las bestias orgullosas” (Job 41:34). Aunque no se le llama explícitamente “dragón”, su descripción —escupir fuego, humo, escamas duras— recuerda a los dragones de las mitologías antiguas.
Como señala el erudito John Walton, profesor de Antiguo Testamento, “el Leviatán en Job no es solo un animal, sino una personificación del caos que solo Dios puede controlar” (Walton, Ancient Near Eastern Thought and the Old Testament, 2006).
2. El significado hebreo de la palabra “Leviatán”
Leviatán en hebreo se escribe לִוְיָתָן o livyatan, palabra compuesta de: “livya”, que significa enrollar, torcer, enroscar, y “-tan”, que se interpreta como “monstruo”, “dragón”, “monstruo marino”, “criatura gigante del océano” (según Brown-Driver-Briggs Hebrew and English Lexicon, p. 538; Theological Wordbook of the Old Testament, por R. Laird Harris, s.v. “lwy”).
De modo que leviatán podría traducirse como “serpiente marina” o “dragón marino” (véase también William F. Albright, Yahweh and the Gods of Canaan, 1968, p. 185).
La Biblia también habla de otras criaturas parecidas, como Rahab y Tannin. Los tanninim creados por Dios el quinto día, según el Génesis, son monstruos marinos, aunque no se les llama leviatanes (Génesis 1:21; véase Theological Wordbook of the Old Testament, s.v. “tannîn”).
(Job 41:31)
En el libro de Job, aparte de la descripción que Dios ofrece de la entidad, se citan algunos de sus poderes, semejantes a los de un dragón marino: “Hace hervir el océano como una olla, y el mar lo perfuma como con ungüento.”
Queda patente que el Leviatán es bastante similar a los dragones de las mitologías de todo el mundo, aunque no todos escupen fuego (cf. John H. Walton, Ancient Near Eastern Thought and the Old Testament, 2006, p. 267).
3. Una entidad única de las profundidades acuáticas, no de la tierra
Tanto la etimología del nombre como lo que se narra en el libro de Job no dejan lugar a dudas: el Leviatán habita las profundidades marinas. En otros libros, como el de los Salmos, el Leviatán también aparece en un entorno marino.
En este versículo, se sugiere incluso que el Leviatán “juega” en el mar:
Salmos 104:25-26
“He allí el grande y anchuroso mar, en donde se mueven seres innumerables, seres pequeños y grandes. Allí andan las naves; allí este Leviatán que hiciste para que jugase en él.”
Y aunque casi siempre se hable del Leviatán en singular, en este otro pasaje se lo describe de varias formas: como serpiente huidiza, serpiente tortuosa y dragón.
Isaías 27:1:
“En aquel día Yahveh castigará con su espada dura, grande y fuerte a Leviatán, serpiente huidiza; a Leviatán, serpiente tortuosa, y matará al dragón que está en el mar.”
(Fuentes: Brown-Driver-Briggs Hebrew and English Lexicon, p. 538; Theological Wordbook of the Old Testament, s.v. “lwy”; John N. Oswalt, The Book of Isaiah: Chapters 1–39, NICOT, Eerdmans, 1986, p. 530; C. A. Briggs y E. G. Briggs, A Critical and Exegetical Hebrew and English Commentary on the Book of Psalms, vol. 2, p. 375)
4. Los enemigos del pueblo de Dios
Algunos autores han interpretado lo dicho en Isaías 27:1 como una alusión a las potencias que, en algún momento histórico, fueron opresoras de los reinos de Israel y de Judá: Egipto, Asiria y Babilonia.
En este contexto, Egipto sería la serpiente huidiza, Babilonia la serpiente tortuosa y Asiria el dragón que está en el mar, aunque Asiria no fuera precisamente una potencia marítima. El “mar”, en este caso, es una forma poética de referirse al caos.
El mensaje es claro: Dios se encargaría personalmente de destruir a estos reinos para beneficio del pueblo de Israel.
Aclaratoria: Esta interpretación simbólica de las naciones está respaldada por comentaristas bíblicos como John N. Oswalt, quien señala que en Isaías el “mar” y las criaturas marinas representan el caos y las fuerzas hostiles a Dios (The Book of Isaiah: Chapters 1–39, NICOT, Eerdmans, 1986, p. 530). Sin embargo, no existe evidencia bíblica directa que asocie explícitamente a Egipto, Babilonia y Asiria con cada una de las tres formas del Leviatán en Isaías 27:1. Esta correspondencia específica es una interpretación posterior, no un hecho textual. El texto profético utiliza lenguaje poético y cosmológico para expresar la victoria de Dios sobre el caos político y espiritual, más que una alegoría histórica precisa.
5. ¿Es Rahab la misma entidad conocida como Leviatán?
En los libros de Job, Salmos e Isaías aparece otra terrible entidad marina llamada Rahab, que no se debe confundir con Rahab, la mujer de Jericó en el libro de Josué.
Rahab, el monstruo, simboliza el caos y la arrogancia; incluso se utiliza también para nombrar a los enemigos de Israel, como Egipto. A pesar de las similitudes con el Leviatán, no hay consenso entre los estudiosos sobre si se trata o no de la misma criatura.
Es importante destacar que la información presentada en este apartado forma parte del conocimiento común en estudios bíblicos y es ampliamente difundida en comentarios, diccionarios bíblicos y recursos divulgativos (véase, por ejemplo, Theological Wordbook of the Old Testament, s.v. “rāḥab”; John N. Oswalt, The Book of Isaiah: Chapters 1–39, NICOT, Eerdmans, 1986, p. 531; C. F. Keil & Franz Delitzsch, Commentary on the Old Testament, vol. 7, p. 277).
6. Tiamat y Lotan: Paralelos con otras mitologías
La dualidad orden-caos, personificada en un dios enfrentado a una poderosa criatura marina monstruosa, es un tema recurrente en las mitologías del Cercano Oriente.
Por ejemplo, existe un mito babilónico en el cual el dios Marduk cortó en dos partes a Tiamat, diosa con forma de serpiente marina, para crear con ellas el cielo y la tierra. Y en la mitología cananea, Baal derrota a Lotan, que también es una serpiente marina de siete cabezas, tras lo cual se instaura el orden.
Estos paralelismos sugieren que el Leviatán es un arquetipo cultural mucho más amplio.
El mito babilónico de la creación se encuentra en el Enuma Elish, Tabla IV-V, donde Marduk derrota a Tiamat y divide su cuerpo para formar el cielo y la tierra (véase J. B. Pritchard, Ancient Near Eastern Texts Relating to the Old Testament, 3ª ed., Princeton University Press, 1969, pp. 60–72).
En cuanto a la mitología cananea, textos de Ugarit (tabla KTU 1.3 iii) mencionan a Lōtan, la “serpiente torcida” (ṯn pʿltn), vencida por Baal (véase Michael D. Coogan, Stories from Ancient Canaan, 2ª ed., Westminster John Knox Press, 2012, pp. 65–67).
Estos paralelos son ampliamente reconocidos en estudios del Antiguo Testamento, como en John H. Walton, Ancient Near Eastern Thought and the Old Testament, Baker Academic, 2006, pp. 134–138, y en William F. Albright, Yahweh and the Gods of Canaan, Doubleday, 1968, p. 185.)
7. Una criatura indestructible para los hombres
Los textos sagrados son tajantes al asegurar que el Leviatán no podrá ser destruido por la humanidad, sin importar qué tipo de arma o protección se emplee:
Job 41:26–29
“Si alguno lo alcanzare con espada, no podrá resistir; ni lanza, ni dardo, ni coselete. […] Las piedras son para él como paja, y el hierro como leño podrido.”
Este pasaje no busca describir un animal real, sino subrayar la soberanía de Dios sobre lo que el ser humano no puede controlar. Como dice el teólogo Norman H. Snaith, “el Leviatán es un ejemplo de lo que está fuera del alcance del hombre, pero no de Dios” (The Distinctive Ideas of the Old Testament, 1944).
8. El Leviatán como metáfora del mal
El Leviatán bíblico es la representación del caos, y solo tras su derrota viene el orden. Únicamente Dios tiene el poder de hacer esto.
Pero el caos no necesariamente es sinónimo del mal, no obstante, algunos textos medievales sí asocian al Leviatán con lo demoníaco. Por ejemplo, el teólogo alemán Peter Binsfeld (1589) lo incluyó en una lista de siete príncipes del infierno, asociándolo al pecado de la envidia. Lo mismo hace El Libro de Abramelín, un grimorio medieval atribuido a Abraham de Worms, que coloca al Leviatán al mismo nivel que Lucifer.
Aunque en textos medievales y ocultistas se asocia al Leviatán con el diablo, la Biblia no lo presenta como una entidad demoníaca. En los libros canónicos, es una criatura de Dios, aunque temible.
Sin embargo, en tradiciones posteriores, como el Libro de Enoc (apócrifo), el Leviatán adquiere un matiz más oscuro. En la Edad Media, textos como el Grimorio de Pope Honorius o El Libro de Abramelin lo incluyen entre los príncipes del infierno, asociándolo con la envidia.
Esta asociación no proviene de la Biblia ni de teólogos cristianos ortodoxos, sino de literatura esotérica del siglo XVII en adelante. Ni Peter Binsfeld (1589), en su clasificación de los siete demonios, incluye al Leviatán; él asocia a Satanás con la soberbia, no con la envidia.
9. El Leviatán y la ballena que se tragó a Jonás
Tras desobedecer la orden de Dios de ir a Nínive, Jonás fue engullido por “un gran pez”, una ballena, según algunos autores, aunque la Biblia jamás especifica la especie. Pero como las ballenas son las criaturas marinas más grandes, aunque no sean biológicamente peces, es fácil imaginar a una tragándose a Jonás.
Aunque la tradición cristiana comúnmente identifica al “gran pez” de Jonás 1:17 con una ballena (véase Mateo 12:40, donde Jesús menciona a “Jonás en el vientre de la ballena”), el término hebreo original es “dag gadol” (pez grande), y el griego del Nuevo Testamento usa “kētos”, que significa “criatura marina grande”, sin especificar especie.
Las ballenas, siendo mamíferos, no son peces biológicamente, como se explica en la biología moderna (véase Castellucci & Barnes, “The Evolution of Cetaceans”, en Science, 1998). La asociación con una ballena proviene de traducciones como la King James Version y del uso popular, no de un dato científico o exegético preciso.
10. De la Biblia a la política: el Leviatán como símbolo
Existe una obra llamada “Leviatán”, escrita por el filósofo inglés Thomas Hobbes (1588-1679). En ella, el leviatán es un estado soberano y absoluto creado por los individuos para escapar del caos.
Dicho estado concentra el poder que garantiza el orden, la paz y la seguridad de las personas quienes, a cambio, ceden una pequeña parte de su libertad a este estado. Los símbolos del Leviatán de Hobbes son la espada y el cetro, y la humanidad no lucha contra él; al contrario, lo necesita para sobrevivir como sociedad.
Esta visión la puedes ampliar en Thomas Hobbes, Leviathan, 1651, especialmente Partes I y II, donde desarrolla la teoría del contrato social y la necesidad de un poder soberano para evitar el “estado de naturaleza”, descrito como “solitario, pobre, miserable, brutal y breve” (cap. 13).
También puedes consultar Quentin Skinner, Visions of Politics: Volume III – Hobbes and Civil Science, Cambridge University Press, 2002.)
11.- El Leviatán y el Nuevo Testamento
El Nuevo Testamento no menciona al Leviatán o, al menos, no con este nombre. En el Apocalipsis se menciona una criatura parecida, aunque con atributos malignos.
Varios versículos hablan de un dragón o serpiente similar al Leviatán del libro de Job, de color escarlata y con siete cabezas coronadas con diez cuernos, como se describe en estos versículos:
Apocalipsis 12:3
“Y apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas.”
Apocalipsis 13:1
“Vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos…”
En estos otros versículos, el dragón aparece inequívocamente como el diablo y Satanás:
Apocalipsis 12:9
“Y fue arrojado el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero…”
Apocalipsis 20:2
“Prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás…”
La naturaleza del dragón apocalíptico es muy diferente al Leviatán de los libros antiguos, ya que no deja duda de que se trata de una encarnación del diablo.
Aunque el término “Leviatán” no aparece en el Nuevo Testamento, algunos teólogos y comentaristas (como G. K. Beale en The Book of Revelation: A Commentary on the Greek Text, NIGTC, Eerdmans, 1999, p. 612) han observado que el dragón del Apocalipsis —descrito como “la serpiente antigua”— comparte simbología con figuras del Antiguo Testamento como el Leviatán y Rahab, especialmente en su asociación con el caos marino y la oposición a Dios.
Sin embargo, esta conexión es interpretativa y simbólica, no un hecho textual explícito. En el AT, el Leviatán es una criatura poderosa, pero creada y controlada por Dios (Job 41; Salmos 104), mientras que en Apocalipsis, el dragón es una entidad demoníaca, personalmente identificada con Satanás. Por tanto, la evolución del símbolo refleja una transformación teológica, no una identidad directa.
12. Animales que podrían haber inspirado al Leviatán
¿Qué pudo servir de inspiración a los escritores del Antiguo Testamento para crear al Leviatán? Uno de los candidatos más probables es el temible cocodrilo del Nilo: Crocodylus niloticus. En tiempos bíblicos, este reptil habitaba a todo lo largo del Nilo, e incluso en algunas zonas de Israel; hoy solo se encuentra en el alto Nilo, en el África subsahariana.
El cocodrilo del Nilo posee escamas y puede emerger del agua aparatosamente, tal como el Leviatán en las descripciones bíblicas.
Otras criaturas “leviatánicas” son el cachalote, el calamar gigante, el rorcual, las anguilas gigantes, el tiburón blanco y el tiburón peregrino. Todos habitan en el Mediterráneo hoy en día, aunque son raros de ver. La Biblia no hace mención específica de ninguno, pero es seguro que los antiguos pobladores de la zona los conocían. El cachalote, por ejemplo, daría la impresión de “hacer hervir los mares” al emerger y zambullirse majestuosamente en medio de las aguas.
También se ha especulado sobre la posibilidad de que el Leviatán sea un dinosaurio que, de alguna manera, se las arregló para sobrevivir hasta nuestros días, tipo Nessie, avistado por algunos en el lago escocés de Loch Ness o Cressie, su misteriosa contraparte americana del lago Crescent, en el estado de Washington, Estados Unidos.
Aunque es común buscar animales reales que hayan podido inspirar figuras bíblicas como el Leviatán, muchos estudiosos consideran que el Leviatán es principalmente una figura poética y cosmológica, no una descripción zoológica (véase John H. Walton, Ancient Near Eastern Thought and the Old Testament, Baker Academic, 2006, p. 267).
El cocodrilo del Nilo es un candidato plausible dada su presencia en Egipto y su descripción en Job 40–41, que algunos identifican con el “behemoth” o el “leviatán” (C. F. Keil & F. Delitzsch, Commentary on the Old Testament, vol. 4, p. 325). Sin embargo, afirmaciones sobre el conocimiento de los antiguos israelitas respecto al cachalote (Physeter macrocephalus) o al calamar gigante (Architeuthis dux) en el Mediterráneo carecen de evidencia arqueológica o textual; estas especies, aunque presentes en la región, son profundamente oceánicas y rara vez avistadas, y no hay registros en textos antiguos que las relacionen con el Leviatán.
13.- ¿Se ha avistado al Leviatán?
Un animal tan poderoso como el Leviatán sería capaz de surcar los mares de todo el globo, no solo las costas del Mediterráneo. En crónicas de los siglos XV y XVI se describen criaturas leviatánicas que atacaban barcos. Pudo tratarse de cachalotes o calamares gigantes pero, en todo caso, eran buenas historias para asustar a los vigías de los barcos y evitar que se quedaran dormidos durante la guardia.
También se han reportado criaturas serpentinas y colosales en el océano Índico, el Mar Rojo, el Mar del Norte y hasta en el Atlántico. En 1555, el arzobispo sueco Olaus Magnus narra en su Historia de los pueblos nórdicos, que una enorme serpiente marina, de unos 60 metros de largo, vivía en las costas de Noruega. De vez en cuando emergía para atacar barcos y hasta devoraba el ganado que se acercaba demasiado a la orilla.
Estos relatos como el de Olaus Magnus (Historia de Gentibus Septentrionalibus, 1555) son históricamente interesantes, pero deben entenderse como parte de la tradición medieval de crónicas maravillosas, no como registros científicos.
Como señala Bengt af Klintberg, folklorista sueco, “Olaus Magnus mezcla observaciones reales con leyendas medievales para presentar una imagen exótica del norte de Europa” (The Types of the Scandinavian Medieval Legend, 2004, p. 132).
No hay evidencia zoológica de serpientes marinas de 60 metros, y los avistamientos de “criaturas leviatánicas” en los siglos XV–XVII suelen explicarse hoy como malinterpretaciones de ballenas, tiburones o calamares gigantes (véase Joe Nickell, Tracking the Monster Hunters, Skeptical Inquirer, 2006).
14.- El fin del Leviatán bíblico
A pesar de su poder, el Leviatán será derrotado al final de los tiempos por la espada divina, tal como se afirma en Isaías 27:1, el mismo versículo que apunta a la existencia de varios leviatanes. Asimismo, en la tradición judía se habla de un banquete en honor a los justos, que tendrá lugar al fin de los tiempos y en el que se servirá la carne del Leviatán.
También es interesante señalar el paralelismo en el Nuevo Testamento, donde la figura del Leviatán y la de Satanás se funden en un temible dragón. Su destino, tras ser derrotado por Cristo, es ser atormentado en un lago de fuego:
Apocalipsis 20,10:
“Y el Diablo, su seductor, fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde están también la Bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.”
La idea del banquete escatológico con la carne del Leviatán y el Behemot proviene de la tradición rabínica tardía, especialmente del texto Pirkei de Rabi Eliezer (capítulo 48), no de la Biblia hebrea canónica (véase David J. Halperin, The Faces of the Chariot: Jewish Mysticism and the Image of Ezekiel’s Vision, Mohr Siebeck, 1988, p. 123).
Este relato simbólico refleja la victoria final de Dios sobre el caos y la provisión divina para los justos, pero debe distinguirse claramente como una elaboración teológica posterior. Por otro lado, la asociación entre el Leviatán del Antiguo Testamento y el dragón de Apocalipsis es una interpretación simbólica común en la exégesis cristiana, aunque no textual directa (véase G. K. Beale, The Book of Revelation: A Commentary on the Greek Text, NIGTC, Eerdmans, 1999, p. 1035).
El dragón del Apocalipsis deriva más directamente de figuras como la “serpiente antigua” (Génesis 3) y Rahab (Isaías 51:9), y su identificación con Satanás es explícita en el texto (Apocalipsis 12:9). Estas conexiones, si bien son ampliamente difundidas, forman parte del imaginario teológico y no deben presentarse como hechos bíblicos explícitos.
15.- El Leviatán en la cultura popular
El Leviatán ha aparecido en películas, series de televisión y videojuegos. También ha servido como inspiración para novelas muy famosas, como Moby Dick, del estadounidense Hermann Melville y los Primigenios marinos de H.P. Lovecraft en los relatos de Mitos de Cthulhu. Algunas bandas de rock y heavy metal, que suelen incluir folclore y mitología en sus temas, también describen al Leviatán como sinónimo de caos, abismo y destrucción.
La presencia del Leviatán en la cultura popular es ampliamente documentada y forma parte del uso simbólico de figuras bíblicas y mitológicas en la narrativa moderna. La asociación de Moby Dick (1851) con el Leviatán como símbolo del caos y la trascendencia ha sido analizada por estudiosos como Lawrence Buell (“The Environmental Imagination”, Harvard University Press, 1995, p. 112).
Del mismo modo, H.P. Lovecraft utilizó criaturas primigenias inspiradas en mitos del caos, como Cthulhu, en lo que se conoce como los Mitos de Cthulhu (véase S. T. Joshi, H.P. Lovecraft: A Life, Necronomicon Press, 1996). El uso del Leviatán en música, cine y videojuegos (por ejemplo, en bandas como Metallica, Slayer o juegos como Final Fantasy o Dota) refleja una tendencia cultural ampliamente difundida de reutilizar símbolos religiosos y arquetípicos para representar el poder, el abismo o la rebelión.