Llegó como un dardo certero al corazón de los Romanov invadiendo la vida del zar Nicolás II y su familia. Rodeado de un halo de misticismo y dueño de unos ojos que muchos calificaron de hipnóticos, Rasputín pasó de ser un simple campesino siberiano a convertirse en figura de gran poder en la Rusia de finales del siglo XIX que enfrentaba profundas transformaciones ¿Cómo contribuyó a la Revolución Rusa este raro personaje? ¡Te contamos!
La aristocracia buscaba respuestas invocando a los muertos
Tanto el espiritismo como el esoterismo y todo aquello que pudiera enlazarse con poderes místicos, tuvieron tierra fértil para echar raíces en una Rusia convulsionada que, a finales del siglo XIX, experimentaba un profundo caos social.
Los altos círculos aristocráticos e intelectuales se fascinaban con la posibilidad de comunicarse con los muertos a través de sesiones mediúmnicas en las que buscaban respuestas a la incertidumbre y las tensiones sociales. Todo esto pasaba, por supuesto, a espaldas de la ortodoxia oficial.
Abono para robustecer la imagen de Grigori Rasputín
Nació en Pokrovskoye, Siberia, en 1869, a los 24 años se casó y después de peregrinar a Tierra Santa y pasar por Grecia fue a Petrogrado —entonces capital de Rusia— donde entabló amistad con un obispo que colaboró para que su fama de sanador, predicador y consejero espiritual se regara como pólvora y encajara en el misticismo que flotaba en el aire.
La historia relata que, a través de Anna Vryubova, dama de compañía de la zarina Alejandra, Rasputín -quien se hacía llamar “el sanador”- llegó hasta ella con la promesa de curar la hemofilia que padecía el zarevich Alexei Nikoláyevich Romanov.
El zar lo calificó como hombre de Dios
El encanto del campesino siberiano obnubiló a los zares hasta el punto de que Nicolás II lo llamó “hombre de Dios” y en su diario dio gracias por haberlo conocido.
Llegar al zarevich fue fácil y aliviarlo durante las repentinas hemorragias que experimentaba por efecto de su enfermedad, también.
Lo cierto es que la presencia de Rasputín parecía disminuir el sufrimiento del niño lo que hizo que se granjeara el afecto de Nicolás II y Alejandra y le abriera, de par en par, las grandes y pesadas puertas de la corte.
¡Tanto confiaron los zares en su criterio que aceptaron retirar de la cama del pequeño Alexei a los médicos que lo trataban!
Los supuestos milagros de “el salvador”
El poder de Grigori Rasputín en la corte rusa creció como espuma. La principal razón es que “supuestamente” curó al enfermo a través de oraciones y la imposición de manos.
Fueron varios los episodios en que las hemorragias del niño cesaron repentinamente y sus crisis nerviosas se apaciguaron por acción de “el salvador”.
La historia registra un curioso suceso: en 1912 Rasputín viajó a su natal Siberia, pero fue llamado de emergencia para atender al heredero al trono, quien sufría una grave crisis hemorrágica. “Un telegrama del místico bastó para que la hemorragia se detuviera” y fue por eso que la zarina le atribuyó dotes de “santidad”.
Este es uno de los mitos más difundidos sobre los milagros de este controvertido personaje. Ciertamente, Rasputín envió un mensaje escrito diciendo que el niño no moriría. Este mensaje calmó a la zarina, quien, a su vez, tranquilizó al niño.
Se ha comprobado que el estrés agudiza los episodios hemofílicos, por lo que el efecto psicológico pudo haber ayudado.
Sus desmanes no pasan desapercibidos
La personalidad de Grigori Rasputín era, en efecto, controvertida y a menudo silenciosa: se le acusaba de consumir licor desenfrenadamente, frecuentar burdeles y actuar con desparpajo ante la alta sociedad.
Se ufanaba a los 4 vientos de ser intocable por contar con la absoluta protección monárquica. Este comportamiento desmedido alimentó su reputación de hombre disoluto.
El apellido Rasputin (Распутин) proviene del ruso coloquial “rasputy”, que significa “desgreñado”, “desaliñado” o, por extensión, “desenfrenado moralmente”.
Aunque a menudo se ha dicho que deriva de la palabra “rasputnik” (распутник), que significa “libertino” u “hombre depravado”, no es correcto afirmar que el apellido venga directamente de este sustantivo. Más bien, ambos términos comparten la misma raíz lingüística relacionada con el desorden moral o físico.
Así, el nombre “Rasputín” no fue un apodo otorgado por su conducta, sino un apellido familiar; sin embargo, su vida poco ortodoxa hizo que la palabra adquiriera connotaciones peyorativas que perduran hasta hoy.
Después de haber sido objeto de adjetivos enaltecedores, Rasputín comenzó a ser llamado “el monje loco”.
Tuvo amantes de alcurnia
Muchas mujeres de la aristocracia rusa se quejaban de sus faltas de respeto al besarlas y tocarlas lascivamente. Se dice que tuvo varias amantes en la alta sociedad a quienes no parecía importarles que Rasputín fuera poco amigo de la higiene.
Hasta se dice que tuvo relaciones con Alejandra Romanov, pero esto nunca llegó a comprobarse.
Su comportamiento desordenado comenzó a hacer mella en las altas esferas de la corte y en la prensa que lo seguía a todas partes para exponerlo, aunque esto no pareció influir en la zarina y su esposo.
Rasputín comenzaba a cosechar odios no solo en Rusia sino en toda Europa…
Era peligroso para la monarquía
Algunas cartas que la zarina le escribiera al Grigori Rasputín fueron expuestas e interpretadas con un sentido sexual. Todos pudieron leer frases como “sólo deseo una cosa: dormir durante siglos sobre tu hombro mientras me abrazas”.
La monarquía se tambaleaba…
En 1915, en plena Primera Guerra Mundial y ante las derrotas de los rusos en el frente, el zar Nicolás II partió al cuartel general de Stavka para comandar el ejército.
En la casa de verano Tsarskoye Selo (Ца́рское Село) —que significa “Pueblo del Zar”—, quedó la zarina encargada de los asuntos de Estado, veladamente “apoyada” por Rasputín.
Entendía que su fin estaba cerca
Por sus supuestos poderes místicos, Rasputín recibió varios títulos, entre ellos el de starets —término ruso que designa a un consejero espiritual venerado en ciertos círculos religiosos—, aunque nunca fue reconocido oficialmente como tal por la Iglesia Ortodoxa.
Pues bien, el starets se entregó a la bebida tras sobrevivir a un atentado en 1914 y al recibir la noticia de que su hijo había sido llamado a filas para la guerra.
Su influencia le había dejado grandes beneficios económicos que malbarató rápidamente, quizás intuyendo que su fin se acercaba a pasos agigantados.
Grandes nombres se confabularon para eliminar al monje loco
Rasputín había hecho todo para afectar la imagen de los zares en las altas y bajas esferas.
Del círculo más cercano a Nicolás II salieron quienes se confabularon para eliminarlo: el príncipe Félix Yusúpov, casado con la duquesa Irina, sobrina del zar; el duque Dimitri Pávlovich, su primo a quien amaba como si fuera hijo verdadero y Vladimir Purishkevich, diputado de la Duma o asamblea legislativa.
El starest vivía fascinado por Irina y fue invitado a merendar con ella. Consumió pastel con cianuro que no le hizo efecto, recibió un disparo, pero consiguió escapar y, finalmente, fue alcanzado por otras dos balas que le causaron la muerte.
Su destino final fue un agujero en el hielo en el río Nevka.
¿Rasputín causó la Revolución Rusa de 1917?
La monarquía había experimentado un desgaste enorme, y los rumores sobre la influencia del místico siberiano en el gobierno, así como los detalles de su caótica vida personal, corrían por calles y esquinas de Petrogrado —entonces capital del imperio— y más allá, alimentando el descontento.
Se decía que:
· Robaba el tesoro real
· Era miembro de una secta satánica
· Participaba en orgías
· Era espía de los alemanes, enemigos de Rusia
· Hacía hechicería y era amante de la zarina
Muchos de estos rumores, aunque nunca comprobados y en varios casos claramente infundados, circularon ampliamente en la prensa, en la corte y entre la población, contribuyendo a desacreditar a la familia imperial. La supuesta relación con la zarina, en particular, carece de evidencia y probablemente surgió de cartas afectuosas malinterpretadas o deliberadamente tergiversadas por sus enemigos.
Sin duda, la reputación del curandero influyó en la creciente pérdida de prestigio de la monarquía, pero no fue la causa principal de su caída. Fue más bien un síntoma del aislamiento, la desconfianza y la crisis de legitimidad que corroía al régimen zarista.
El régimen imperial cae
Los excesos de los monarcas mientras su pueblo no podía cubrir sus necesidades básicas fueron detonantes decisivos para el fin de la monarquía, sin olvidar la fama de pusilánime que acompañaba a Nicolás II y el débil papel de los rusos en la Primera Gran Guerra (a pesar de tener un ejército enorme).
Durante la Revolución de Febrero de 1917, el descontento generalizado llevó al colapso del régimen zarista. Miembros de la Duma (la asamblea legislativa), junto con sectores del alto mando militar y parte de la nobleza, asumieron un papel clave en la transición de poder, aunque no se trató de un golpe de Estado planeado, sino de una respuesta al caos y la presión popular. Así surgió el Gobierno Provisional, liderado por liberales y moderados.
Sin embargo, fue Vladimir Lenin, al frente de los bolcheviques, quien meses después —en la Revolución de Octubre de 1917— aprovechó el desorden y el descontento para tomar el poder por la fuerza, derrocando al Gobierno Provisional y estableciendo un régimen socialista.
¿Dónde quedó el cuerpo del místico que arruinó la vida de los Romanov?
La zarina Alejandra no llegó a decidir el lugar de entierro de Rasputín. Tras su asesinato en diciembre de 1916, su cuerpo fue enterrado en el jardín del Palacio Yusúpov en Petrogrado, por orden del Gobierno Provisional, que más tarde, en 1917, lo exhumó y quemó para evitar que su tumba se convirtiera en un lugar de peregrinación.
Los siete miembros de la familia Romanov fueron asesinados por tropas bolcheviques en la casa Ipátiev, ubicada en Ekaterimburgo, donde, previamente, estuvieron prisioneros.
En ese lugar, ya bien entrado el siglo XX, se construyó el Convento de la Mártir Fe (Iglesia del Santo Mártir Reinado) para conmemorar su martirio, tras la canonización de la familia Romanov por la Iglesia Ortodoxa Rusa en el año 2000.